La recuperación de Blanquita
- Mamá
- 13 oct 2017
- 4 Min. de lectura
Porque sí. Blanca se recuperó de su primera operación :)
Tras la operación, estuvo un par de días dormidita por la anestesia. Y por fin empezó a despertar. Muy poquito a poco. Movía sus manitas. Y parecía muy tranquila. Sin sufrir.
Llevaba unos tubitos que le ayudaban a respirar. Había partes del pulmón a los que aún no llegaba bien el aire y Blanca necesitaba tiempo para ponerlos a funcionar. Tiempo y ayuda de los tubitos. Tubitos a los que cogí una horrible manía.
Y es que mi estado de ánimo dependía totalmente de cómo veía a Blanquita. Ya me podían decir que ella no sufría para nada, que daba igual, si a la vista había algo "feo", lloraba por Blanca. Los hematomas en sus manitas y cabeza de los análisis de sangre, la piel reseca de la anestesia, los ojos hinchados por la retención de líquidos provocada por la insuficiencia cardíaca, la cicatriz en el pecho... Sólo pensaba, "pobrecita mía".

Rezábamos mucho para que sus pulmones empezasen a funcionar solos. ¡Y ya sabemos todos que Blanca es una campeona! Así que poquito a poco le fueron quitando los tubitos. Primero unas horas al día. Luego un poquito más. Hasta que llegó el día que no los necesitó en absoluto. ¡Y sólo podíamos dar gracias!
En cuanto fue capaz de respirar solita, se la llevaron a planta :)
Allí conocimos otros casos. Otros niños con cardiopatías y sus familias. Vimos cómo cada padre lo vive de forma diferente. De unos aprendías un montón, te llamaba la atención su fortaleza, su sonrisa diaria, y la de sus hijos. A otros eras tú a los que tenías que apoyar, tenías que hacerte la fuerte y transmitirles tranquilidad, hablarles del ejemplo de tu hija, y de la increíble fuerza y capacidad que tienen estos niños.
Pasamos muchas horas allí, sentados en una silla delante de la cunita de Blanca. Viéndola dormir. Cada 3-4 horas tocaba comer y cambio de pañal. El resto del tiempo charlábamos con los otros padres. Establecimos una relación bastante cercana. Es curioso lo mucho que te puede llegar a unir una experiencia así. Hay momentos duros, momentos que te vienes abajo. Y tener a alguien al lado que te entiende perfectamente es un gran alivio. Recuerdo llorar por el simple hecho de que le hiciesen un análisis de sangre a Blanca, porque ella berreaba. Y me sentía una floja. Pero entonces ves que la mamá de al lado te entiende. Ella también llora por esas cosas. Y hoy soy yo la que necesita un abrazo, y mañana será ella. Terminamos apoyándonos unos a otros, compartiendo sentimientos, riendo juntos, llorando juntos.
Son días duros, porque todos estos casos te acaban afectando también. Y llegó un momento que Joaquín me tenía casi que obligar a salir de ahí, a que me diese el aire, a despejarme un poco. Y cuánto se lo agradezco, porque si dejas que no sólo lo que le pasa a tu bebé sino lo de otras familias te afecte tanto, te puedes volver loca.
Pero a pesar de todo, aunque nunca deseas tener que vivir algo así, siempre te llevas algo positivo. Y lo digo de corazón, no porque suene bonito. Te has sentido solo por momentos, pequeñito, y te has dejado querer por alguien totalmente desconocido. Y tú también los has querido. ¡Es tan bonito! Ahora mantenemos el contacto con ellos, nos seguimos apoyando, y rezamos por nuestros bebés juntos.
En este punto, Blanca había superado la operación y respondía favorablemente. Había conseguido respirar por sí sola. Pero aún le quedaba un pasito más: aprender a comer solita.
Y es que desde que nació, Blanca se había alimentado a través de una sonda. Ahora tenía que ponerse fuerte para ser capaz de beber del biberón. Y ahí estuvimos con ella, dándole el bibe cada día, animándola y celebrando cada mililitro más que lograba beber.


Y así fueron pasando los días. Blanca aprendiendo a comer, y nosotros aprendiendo con ella y de ella. De lo fuerte que es. De cómo lucha. De cómo cada día se supera a sí misma. Y en cuanto fue capaz de beber lo suficiente del biberón, estaba lista para irse a casa.
Blanca pasó en total 10 días en la UCI y 8 días en planta. Al noveno le dieron el alta :)
El día 15 de septiembre nos estábamos yendo a casa con Blanquita. Uno de los días más felices de mi vida [y qué curioso que el 15 de septiembre era la fecha prevista de parto, cuando se había estimado que Blanquita tendría que nacer. Pero Blanquita que es una caja de sorpresas y muy lista, entendió que ese era el día que se iba a casa ;) ].
Cogerla en brazos, sin cables, con su ropita que parecía una muñeca, despedirnos de enfermeras y todo el personal del hospital con una sonrisa y super agradecidos. Salir a la calle... la primera vez que Blanca salía del hospital desde que nació, con casi 3 semanas de vida.
Sabíamos que tendríamos que volver en unos meses, que esto no era un adiós, sino un hasta luego. Pero en ese momento lo estábamos viviendo como si no tuviésemos que volver nunca. Lo disfrutamos a tope. Como bien hemos aprendido, disfrutar de cada minuto con Blanca y celebrar cada logro. Ya habría tiempo de pensar en los siguientes pasos. Ahora nos íbamos a casa por fin. Los tres juntos, en familia. Se nos había regalado la oportunidad de estar con Blanca en casa, los médicos lo habían hecho posible, y teníamos que aprovecharlo.
Ahora empezaba de verdad la aventura de ser padres. Y yo me moría de ganas.
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