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El diagnóstico en Alemania. Parte 1.

  • Foto del escritor: tsita87
    tsita87
  • 9 may 2017
  • 5 Min. de lectura

Joaquín y yo llevamos algo más de 2 años viviendo en Alemania. Tenemos un buen trabajo y estamos contentos, así que nos lanzamos a empezar aquí nuestra familia.


Gracias a tantas mamás españolas que han dado a luz aquí, no fue difícil encontrar una ginecólogo alemana que hablase inglés.


Todo iba muy bien. Un embarazo sin mayores complicaciones.


Hasta que llega la semana 21 y la revisión mensual. En esta semana (sobre la 20) parece que es cuando toca comprobar todos los órganos del bebé, sus medidas, y que todo está bien. Normalmente, y en todos los casos que me rodean, siempre ha estado todo bien.


Y ahí estaba yo, feliz. Con muchas ganas de ir a ver a Blanquita después de un mes sin verla. Los días de ecografía y revisión en un embarazo son la alegría del mes de una embarazada, o al menos en mi caso. Vas contando los días, y el día anterior le dices a tu marido "¡que mañana vamos a ver a Blanca!". Y te levantas entusiasmada. Y te presentas en la consulta. Análisis de sangre, control de la tensión y el peso corporal. Todo en orden. Toca ver al bebé. Y parece que está todo bien. Medidas, peso, órganos... Un momento, el corazón no se ve bien. Al parecer Blanca está en una posición rara y no deja que veamos bien su corazón. La doctora Becker nos indica que tendremos que ir a otro sitio con mejores equipos para que vean bien el corazón, que ella no es capaz.


Y yo me voy tan tranquila. Porque no pienso que pase nada malo. Simplemente, como ha dicho la doctora, Blanca no se deja ver. ¡Una pena que esta vez no nos han dado foto para la colección!


A la semana siguiente tenemos la cita en la otra clínica, con la doctora Daniela Reitz. Por suerte también habla inglés. Media hora de espera, una hora, dos horas... ¡buf! me estoy desesperando. Y pensar que en ese momento mi mayor problema era el tiempo que estaba perdiendo allí cuando debía estar trabajando... Si lo llego a saber.


Por fin nos toca. Al menos gracias a la espera a Joaquín le ha dado tiempo a llegar del trabajo. Me toman los datos y me tumban en camilla. Y empieza a observar a Blanca, principalmente su corazón, pero es normal, ya que es a lo que hemos venido. Y la doctora está media hora mirando el corazón, sin abrir la boca. Y eso ya me empieza a preocupar, porque normalmente te van diciendo que está todo bien. Pero la Dr. Reitz no decía nada.


Hasta que de repente se levanta y dice que va a buscar a su compañera y ahora viene. Y ahí miro a Joaquín y le pregunto "¿Va todo bien?" Y Joaquín me responde que sí, que no me preocupe, que está todo bien. Más tarde me confesaría que él ya se imaginaba que algo pasaba, desde que nos derivaron a esta otra clínica, pero no me quería preocupar. Se lo agradezco infinito.


Y vuelve la doctora acompañada de otra más joven. Y entonces es cuando lo dice... "He visto algo en el corazón del bebé. Me gustaría que lo mirase mi compañera a ver cómo lo ve ella". Y ese fue el peor momento de mi vida, hasta ahora.


Y empecé a llorar. Las lágrimas me caían por las mejillas, aunque no decía nada. Estaba esperando a que la otra doctora, la más joven, dijese que estaba todo bien, que había sido una falsa alarma. Pero en vez de eso, discutían entre ellas en alemán sobre lo que estaban viendo. Y yo no lograba entender lo que decían. En parte porque no entiendo mucho alemán aún, y en parte porque mi cabeza ya estaba bloqueada. No me lo podía creer. No nos podía estar pasando esto. No podía ser verdad.


Y no podía dejar de llorar. Me giré a Joaquín y le pedí su mano. Y a partir de aquí tengo todo un poco borroso. Sé que empezaron a explicarnos lo que parecía que tenía Blanca. Y entonces me di cuenta de lo poco que sé de anatomía y de cómo funciona un corazón. Tampoco estaba prestando mucha atención. Mi cabeza ya no quería pensar. De repente todo un mundo de ilusión, de alegría, había pasado a ser triste. El embarazo ya no era algo feliz.


"Parece que la niña tiene sólo un ventrículo cuando debería tener dos". No entendía nada. No sabía si eso era muy grave. No sabía qué significaba. Sólo tenía una pregunta rondando en mi cabeza, y se la hice, entre llantos: "¿Va a sobrevivir?". Y entonces es cuando empezaron a hablarme de un caso parecido que tuvieron el año pasado, y me enseñaron una foto de una niña de unos 6 meses que parecía muy sanota. Y feliz.


Y se acercó la doctora más joven hacía mí y me soltó un besote en la frente. No se hace una idea esta chica de lo que eso significó para mí. No se me olvidará nunca ese beso, ese gesto de cariño, en un momento tan difícil. Y si algún día la vuelvo a ver se lo diré, y le daré un abrazo enorme. Porque la empatía y el cariño, la manera de darte noticias así, importa, importa muchísimo. Y en este caso puedo decir que las doctoras fueron encantadoras y les estaré siempre agradecida.


Y como digo, no sé muy bien cómo fue todo. Pero sé que nos dijeron que lo indicado sería practicar una amniocentesis ya que había que ver si el problema era genético. Y yo en mi estado de shock sólo podía recordar que la amniocentesis entraña algo de riesgo para el bebé y me asusté y les dije que no, que no quería que me la hiciesen. Menos mal que ahí estaba Joaquín, algo más tranquilo y lúcido, para decirme que no me estaban dando una opción, que era necesario.


Y la hicieron en ese mismo momento. A día de hoy he de decir que me parece que fueron super agradables y eficientes. Que en ese mismo momento me hiciesen todas las pruebas, todo urgente, sin tiempo que perder. Que me lo pudiesen hacer ahí mismo. En el momento no me di cuenta, pero ahora lo valoro mucho, creo que no es así en todos los casos. Aunque seguramente la situación lo requiriese.


Y tampoco se me olvidará el peluche de un erizo que me dejaron para aplastujar mientras me pinchaban con esa aguja (que creo que es enorme, yo no quise ni mirar). Me sentía como una niña pequeña a la que intentan distraer mientras le van a hacer algo de daño. Fueron muy muy majas.


Lo hicieron muy rápido y sin complicaciones. Los resultados preliminares estarían a las 48 horas y los completos 2 semanas (hoy aún los estamos esperando). La chica joven se fue, pero antes de despedirse me secó las lágrimas. ¡Si es que era un encanto!


Nos quedamos con la Dr. Reitz que nos explicó los pasos que seguirían. Nos dijo que nos iba a mandar a una centro en Giessen, a una hora y pico de Darmstadt, donde son expertos en cardiología infantil. No preguntamos mucho acerca de la cardiopatía (por cierto la palabra cardiopatía la he aprendido a posteriori). Ya nos esperábamos a ver a los especialistas. Ella misma nos cogería cita. Decía que había estado trabajando allí y que eran muy buenos, que estaríamos en buenas manos. Y a ella la veríamos en un par de días con los resultados preliminares de la amniocentesis.


Así que ahora sólo tocaba esperar. ¡Ah! y a mí me tocaban unos días de baja porque tenía que hacer reposo después de la prueba. Menos mal, porque no hubiese sabido cómo presentarme al día siguiente en el trabajo. En ese momento no tenía ganas de nada. De repente se me había apagado el mundo, como dice Mafalda, ¡por favor paren el mundo que me quiero bajar! No quería pensar. No quería ver a nadie. No quería dar la noticia tan triste a nadie. Sólo quería llorar.


Pero tenía mensajes de mi madre y amigas, un poco preocupadas, llevábamos muchas horas allí. Y tendría que contárselo. Tendría que contarles que Blanca estaba malita.


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